lunes, 25 de julio de 2011

Nuestro mañana es la noche

Tengamos una filosofía superior a la de otros. ¿De qué sirve estar en lo alto, si no se alcanza a ver más lejos que la punta de la nariz de los demás? Vivamos alegremente. La vida es todo. Que el hombre tiene otro porvenir en otra parte, allá arriba, allá abajo, donde quiera: yo no creo una palabra de todo eso. ¡Ah! se me recomienda tener mucho cuidado con lo que hago, y es menester también que me rompa la cabeza sobre el bien y sobre el mal, sobre lo justo y sobre lo injusto, sobre el fas y sobre el nefas. ¿Por qué? Porque tendré que dar cuenta de mis acciones. ¿Cuándo? Después de mi muerte. Vaya un buen sueño. ¡Bah! Después de muerto que me pinchen las ratas. Busquemos la realidad, profundicemos, penetremos en el fondo, ¡qué diablo! Es menester ventear la verdad, minar bajo tierra y apoderarse de ella: y cuando la tenéis, sí que sois fuerte y os reís de todo. ¿Era antes de mi nacimiento? No. ¿Seré después de mi muerte? No. ¿Qué soy pues? Un poco de polvo agregado y constituido en un organismo. ¿Qué tengo que hacer en la tierra? La elección es mía: padecer o gozar. ¿Adónde me conducirá el padecimiento? A la nada; pero habré padecido. ¿A dónde me conducirá el goce? A la nada; pero habré gozado: comamos. Más vale ser el diente que la hierba. Después de esto, el sepulturero allí; el panteón para nosotros: todo cae en la gran fosa. Fin, <<Finis>>, liquidación total, éste es el sitio dónde todo acaba. La muerte está  muerta, creedme. Si hay alguien que tenga algo que decirme sobre esto, desde ahora me río de él. Detrás de la tumba no hay más que nada iguales. Hayáis sido rey o san Vicente de Paúl, lo mismo da. Esto es lo cierto. Vivid pues; sobre todo ¡vivid!. 


Victor Hugo.

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